viernes, 17 de julio de 2015

ARTISTAS

Lidia Porras Vallejo 

( Quillabambino )

MIENTES

RUBEN CABELLO

VAS A LLORAR 

 

 HERIDO STOY

MI JUVENTUD

PICAFLORCITO

 

ANGEL DAMAZO

SOY MALA HIERBA

 LLORARAS LLORARAS

MINERO SOY

 

 

jueves, 16 de julio de 2015

LEYENDAS

EL  NIÑO  PERDIDO
                                                                    (
              
          Hace   muchos   años,  en   Raura,  cuando   todavía  no  se trabajaba  las  minas   de   mineral,  vivían  en  las   zonas   donde  abundan  los  pastos   naturales,  unos   pequeños  ganaderos  que  se  dedicaban al pastoreo de sus ovejas y  auquénidos,  y  por  allí  cerca  tenían  sus  chozas  o  estancias  en  donde  habitaban  para  guarecerse  de   las   fuertes   lluvias,   granizos   y   nevadas   que  caracterizan al lugar, además del fuerte frío.
         Se dice que un hecho inédito ocurrió  hace  mucho  tiempo, que  los ganaderos a lo lejos veían un  niño  que  a  veces  jugaba,  otras  corría  y  también   lloraba.   Algunos   pastores   del   lugar, pensaban  que  era  el  hijo  de  algún  otro  criandero que tenía su estancia cerca de las cumbres nevadas.
          Un  día,  uno  de  los pastores vio al niño jugando, entonces decide ir a ver quien era ese niño y en  que  parte  vivía,  miró por donde  podría  llegar  sin  ser visto por el niño, luego de planificar muy   bien   su    trayecto,   se    acerca    cuidadosamente,   medio extrañado mira  al  niño  que  no  era  como  los  otros  niñitos  del lugar,  de  caritas quemadas por el frío, el pelo negro; este niño era diferente,  era un niño de aspecto colorado, el pelo rubio y los ojos muy   pardos;   el   pastor   se   esconde   tras  de  unas  rocas  para tranquilizarse y respirar bien,  luego  sale  rápido  y  mira  el  lugar donde estaba el  niño,  y  queda  sorprendido  y  abobado  al  darse  cuenta  que  el  niño  ya  no  estaba  allí;  medio  trastornado  llegó  hasta  el  mismo  lugar, en la  roca  donde  vio jugando  al  niño,  y allí  pudo  notar  que   entre   las   rocas   había   unas   piedrecillas amarillas  brillantes;   el   pastor   solo  atinó a pensar que con esas piedrecillas estaría jugando el niño. El pastor, retornó a su choza y contó  a   los  demás  lo  que  había  visto  pero, estos no quisieron creerle pensando que eles estaba mintiendo.

      


          Había    pasado    un    pequeño     tiempo,    y    el     pastor,  nuevamente   ve   la  niño casi por los mismos lugares; esta vez, el niño  dice  que subía una pequeña pendiente  emitiendo  pequeños  murmullos  o como si cantara; el pastor que se encontraba un poco  distante  se puso a pensar y se dijo entre sí que lo podría encontrar siguiendo el rastro que dejaba.
          Cuando  ya  se  acercaba  el  pastor   hacia  donde   estaba el niño, este voltea, lo mira y empieza a subir más de prisa hasta  que  desaparece detrás de una lomada. Al llegar el  pastor  donde  había visto   al   niño    se    puso    a    observar   el   rastro   y   vio   que curiosamente  por donde el niño había subido había unas huellas o líneas  entre  las  rocas  y  el  piso,  de   color   amarillo  rojizo.  El  pastor  sigue  la  huella hasta llegar a la lomada  y  allí  desaparece la huella y tampoco ve al niño.

          Nuevamente el pastor quedó medio atolondrado al no poder comprender  hacia  donde  se  podo haber ido el niño si más arriba estaban los glaciares. Paso unos  días,  el   pastor   apacentaba  sus  ovejas  por allí cerca, es allí  que  nuevamente  ve  al  niño   desde  muy    cerca,   entonces   le   sigue   de   prisa  con  la  finalidad de agarrarlo, el niño corre hasta llegar a la orilla de una laguna al  pie de un glaciar; entonces el pastor le dice al niño:
          __ ¡Ahora  si  que  no  te  me   escapas   por   que   en   estos momentos te agarro__
          Corrió  rápido  para  agarrarlo; pero, grande  fue la  sorpresa del pastor, cuando vio que el niño se metía  a la laguna y se perdió en  las  profundidades. El  pastor  regresó  a  su  choza  totalmente trastornado, sus amistades y vecinos  creyeron que se había vuelto loco.
          Algunos  años  más tarde llegaron algunos exploradores mineros y solicitó a los pastores para que les enseñara todos los  lugares  de la zona; allí les dijeron a los mineros que había en la zona un niño perdido, indicándole las piedrecillas,  les  dijo  también  que con ellas jugaba el niño y que por donde van las huellas  amarillentas  y  rojizas se desplazaba ese  niño  y  que  la  última  vez  que  lo vieron se metió al fondo de la laguna.
          Los  exploradores  les  dijo  a  los pastores que el niño era el oro vivo,  esas piedrecillas era el oro, las huellas por donde iba el niño eran  las  vetas  de  oro y que una de esas vetas se dirigían por debajo de la laguna; desde entonces a la zona, la laguna y el nevado se le llama “Niño Perdido”


                                           EL NIÑO PERDIDO  (versión II)

HabÍa una vez, hace muchísimos años, cuando un niño que pastaba sus ovejas en las orillas de la laguna de Niñococha en la Cordillera Raura, pudo observar
a un niño rubio  y de ojos azules como el cielo y con quien se poso a jugar y así lo hicieron durante muchísimo tiempo, hasta que un día el pastorcitos le contó a los moradores de las estancias que habían en las punas de Raura, que el siempre jugaba con un niño rubio de su mismo tamaño (talla)  y que luego desaparecía en las montañas, los pobladores del lugar, algo sorprendidos por una parte y algo incrédulos por las referencias que les daba el niño, determinaron muy secretamente y sin hacer saber al pastorcito, para subir un día que eligieron muy calladamente, hasta la laguna de Niñococha: Y fue allí donde pudieron observar algo sorprendidos  que el niño rubio le llevaba jugando al pastorcito por los parajes cubiertos de nevados; los moradores le siguieron muy curiosos para saber quien era el niño rubio de ojos azules; mientras tanto el niño rubio y el pastorcito  se dirigieron detrás de una lomada; los moradores se apresuraron para darles alcance; pero, cuyando llegaron a la altura de la lomada, ya no encontraron nada, ni a nadie.
Entonces los pobladores buscaron muy preocupados al pastorcito por espacio de varios días, pero no pudieron encontrarle desde  aquella oportunidad, el paraje donde desapareció el pastorcito con el niño de ojos azules lo llamaron “EL NIÑO PERDIDO”.

                                                              EL TARUSH.
                                                                 (Leyenda)
          En el pueblo de Oyón, desde épocas de antaño, la  cacería  fue  una  actividad  practicada  por muchas personas aficionadas; esto, por dos  razones  muy simples: una, por su carácter deportivo y recreativo y la otra, por las ventajas de obtener carne para la alimentación de la  familia.
          Para no tener dudas al respecto,  es  por  muchas personas conocido, sobre la existencia en las
zonas periféricas de Oyón,  de  una  abundante y diversa variedad de fauna silvestre compuesta por:
venados  o  tarugos,  vicuñas,  vizcachas,  chinchillas;  variedad  de  aves  como  las perdices, patos, huáchuas,  corcovados,  yanavicus,  etc.  También  en  su  abundante  fauna  encontramos  animales depredadores  como  los  zorros,  zorrillos o añas, pumas o leoncillos monteses, mucas o zarigüeyas
y entre las aves rapaces encontramos a los cóndores, halcones, gavilanes, cernícalos, entre otros; he
aquí la causal suficiente que incentiva al poblador oyonense a la práctica del deporte de la caza.
          Cuentan,  que  hace  muchos  años, vivían en Oyón, dos jóvenes amigos muy aficionados a la cacería  ellos  eran  Pancho  y  Elicho,   que  cada   fin   de  semana,  con  el deseo  de  relajarse  del estrés producto de los duros trabajos y  ocupaciones  semanales, como siempre   acostumbraban  en preparar  sus  implementos  de  cacería  además  de  sus respectivos  fiambres  ( alimento  frío  para comer en  el  campo),  para dirigirse hacia algún paraje que ellos mismos elegían para la práctica de su  acostumbrado deporte que por cierto era ventajoso para ambos en muchos aspectos.


          Comentan, que un día estos dos jóvenes amigos, salieron de Oyón muy de madrugada rumbo a los parajes frondosos de YARUCALLA que se ubica en la periferia de  Oyón  a  unos  cinco  Km. en este lugar abundan los venados y entre sus cerros  llenos  de  pedregales  habitan  las  vizcachas.
          Para esta oportunidad,  los  dos  cazadores  habían  planificado  dedicarse  solo  a  la  caza  de venados.  Muy  temprano,  antes de que el astro rey ilumine con sus rayos los picachos más altos de las cumbres oyonenses; ya  habían  vencido el cerro Japichaca por la parte más alta, desde dónde se podía  observar  con  facilidad  todo  el  paraje  de  YARUCALLA. Para suerte de los cazadores, en aquella pequeña pero frondosa pradera pudieron descubrir a una manada de venados y  tarugos  que  placenteros y bastante alertas pastaban en ese lugar.
          Con mucha cautela, empleando la habilidad  que  siempre  los caracterizaba, planificaron con astutamente,  dar  caza  al  tarugo más grande; al TARUSH, como  se  le nomina en Oyón al venado macho.
          Luego de realizar un hábil rodeo a sus presas y sin que los animales  se  sientan  su presencia,
lograron aproximarse lo más cerca posible al TARUSH. Luego de una  hábil  seña  que  se  hicieron ambos cazadores se escuchó un par de detonaciones producidas por  dos  escopetas  que  dispararon sus respectivas municiones, el estruendo del disparo hizo que el eco  repitiera la detonación  cual  si fuera una ola de sonidos que poco a poco se  perdían  de  nuestros  oídos, como si fueran alejándose
del  lugar.  En  ese  momento  de  la  detonación,  el  tarugo  macho  salta  espectacularmente  como intentando arrancar en una veloz partida; pero, repentinamente se desploma al piso,  fulminado  por dos certeros balazos, mientras que el resto de la manada, todas despavoridas huyen  hacia  lo alto de los cerros.
__ ¡Le dimos preciso y efectivo!__ dice muy contento  Elicho..
__ ¡Bravo!, ¡bravo!__ festeja  Pancho entre saltos y brincos.
          Ya en el lugar dónde había caído el tarugo, se felicitaron ambos.
__ Degollémoslo, despellejémoslo y dividamos la  carne  para  trasladarlo  hasta  Oyón  sin  mucha dificultad__ sugiere Elicho.
__ No mi  hermano__   dice  Pancho__  primero   le   quitamos   el   cuero;  y   mira   su   cuero,   es hermosísimo   y   bueno;   quisiera   hacerme   una   casaca   de   este  precioso  material__ comenta entusiasmado Pancho
__ Bueno, si así quieres, así lo harás; pero, cuando lleguemos a Oyón __  replica  Elicho.
          Así,  procedieron  con  el  despellejado  hasta  que  concluyeron.  Pancho,  que  tanto deseaba hacerse una casaca del cuero, cual si fuera un manto, se puso el  pellejo  sobre  el  lomo  y  comentó
__ ¿No te dije?,  ¡me  queda  excelente!,  pero,  ¿para qué quiero la casaca?,  si  así como estoy está mejor,  y  creo, que me parezco bastante al tarugo macho,  ¿ no  te  parece  Elicho?  __  pausa  __  y
creo que no lo notarían si me fuera con sus castas.__
          El otro amigo, algo contrariado le increpó.
__ ¡Oye!,  no  seas  loco,  déjate  ya  de  idioteces  y,  dividamos la carne de una vez para regresar y llegar temprano a Oyón __
¡Noooo!, ¡yoo soyy el Tarushshsh!, ¡yo  soy  el  venado  macho!, ¡ ja,  ja,  ja,  ja,  jaaa;  ¡ yo  soy  el Tarush __  decía  reiteradamente  Pancho,  carcajeándose  con  una  extraña risa, como quien habría pérdido la razón.
__ ¡Oye! __  dice Elicho, sacudiéndolo del pecho muy molesto, __ ¡ déjate  de  estupideces!, ¿ o  es que estas perdiendo la razón?; vamos ya debemos bajar a Oyón__
__¡Nooo!, ¡yo soy el tarushshsh!, ¡ yo  soy  el  tarushshsh!__  repetía  continuamente  mientras  que poco  a  poco  se  iva  transformando  en  tarugo.  Finalmente,  ya  convertido   en   venado   grande, emprendió veloz carrera hacia donde habían fugado los  demás  venados, al final, mucho más arriba se unió a la manada, ante la mirada de estupor y asombro de su compañero Elicho.
          Elicho volvió al pueblo, completamente trastornado; alcanzando descripciones incoherentes e
incomprensibles; pretendía  relatar  a  la gente su extraña y dramática historia. Pero, la gente, que lo creía loco,  que  había  perdido  la  razón,  no  escucharon  ni  siquiera  en  lo  mínimo  su  intención comunicativa;  desinteresándose  y  desatendiéndoles  pese  a  su  desesperación  que  cada vez más lo martirizaba y alocaba.
          Ante la indiferencia e incredulidad de la gente, el trastornado Elicho, salió un día en busca de su  inseparable  y  extrañado  amigo  Pancho;  se  dice  que  habría subido hasta la cúspide del cerro Guespún  y  de  allí  mirar  hacia  Yarucalla  para  llamar  a su amigo Pancho, comentan, que estuvo llamando  y  llamando  incansablemente;  hasta  que  en  un  momento,  ya  completamente fuera de razón, creyó estar viendo a su amigo, y al querer ir de  prisa  al  encuentro  de  Pancho,  se  despeñó hacia  un  abismo  y  murió.  No  dejó  nada  que  reparar  en  esta   vida llena de incomprensiones y egoísmos; en esta vida llena de ingratitud y desatención de la gente, ante la tragedia,  el  dolor  y  el sufrimiento ajeno.



                                              LA  TORMENTA  DE  YAHUI
                                                              ( Leyenda )  
                                   
        En todos los pueblos de la sierra del Perú, se practican costumbres y tradiciones ancestrales, a los cuales se les da o presta la debida importancia, poniéndole mucha fe y credibilidad. Una de esas costumbres, y bastante practicados en los diversos pueblos de la provincia de Oyón es; el acto de ofrecer a loa jircas o espíritu de los cerros, un ritual muy singular y propio llamado el “Jichapacuy”, ofrenda que consiste en dejar en un lugar estratégico, una porción de coca, cigarros, vino, pisco, ron y chicha; acompañados de caramelos, frutas y flores. Se hace esto, con la finalidad y creencia de que el espíritu de los cerros ayude a los campesinos en sus tareas diarias, proyectos o acciones.
        Cuentan que, hace muchos años, cuando la Empresa Minera  de la “Vanadium Mines Cómpany” iniciaba la explotación del vanadio en Mina Ragra; y, para trasladar el mineral que extraían de la mina hasta su planta concentradora de Jumashga; la Gerencia de la Empresa ve la necesidad de  construir una línea férrea  Jumashga-Minaragra. Estimaron necesario que para el tendido de rieles, era necesario proveerse de una considerable cantidad de madera que les sirviera como durmientes de la vía férrea. Llevarlos desde Lima, Huánuco o Huancayo les resultaba muy difícil y muy costoso y mas aún por la falta de carretera al lugar.
        Considerando todos estos aspectos, la Gerencia de la Empresa, opta por encargar la búsqueda de madera de quinual, que podrían hallarse muy cerca de la zona de operación minera.
        Fue así que, un grupo de exploradores encargados por la Gerencia, logran encontrar una abundante cantidad de quinuales en el lugar denominado Yahui, ubicado en las alturas de la antigua fundición de Gazuna al norte del pueblo de Oyón.
        Este hallazgo fue comunicado de inmediato a la Gerencia, esta ordena de inmediato se forme una caravana de taladores, la contratación de arrieros o transportistas con sus respectivas recuas o acémilas. Encargados, maestros taladores y obreros, arrieros y alguna gente más de apoyo, llegaron
a Yahui y de inmediato procedieron a la operación del talado y extracción de madera, tumbando quinuales tras quinuales hasta no poder contabilizarlos. Pero antes de que se inicie los trabajos de extracción, algunos trabajadores que habían sido contratados en el lugar, sugirieron a los encargados para que se hiciera una jichapada u ofrenda al cerro Yahui; sobre el cual el jefe de la caravana dijo que todo era un argumento ambiguo de los cholos que inventaban cualquier cosa con el fin de tragar coca y ron y que el no estaba para complacer cojudeces; increpó a todos a trabajar y dejarse de consumir vicios absurdos.
        Luego de casi un mes de arduo trabajo se procedió a preparar el embalaje de maderas para ser cargados sobre el lomo de asnos y mulos. Y fue así, que una mañana se procedió a la operación del cargado, cuando todavía era muy temprano; terminada la operación, la caravana inicia su descenso desde las alturas de Yahui. Al medio día, la flota hacía su paso por Oyón y al atardecer habían avanzado hasta Tabladas notandose el casancio de los condusctores de la caravana y de los animales. Cruzar la cordillera de Chacua Grande en una noche lóbrega, era un riesgo, por lo que la caravana opta por acampar en el verdoso paraje de Tabladas y así permitir que las vestias se nutran del rico pasto que abundaba en el lugar, los peones descansen y coman bien para que se recuperen de la larga caminata y reiniciar el viaje al día siguiente muy de madrugada.
        Se ubicaron a las bestias muy cerca, maniatándolos a los más indóciles. Los peones y encargados saciaron muy bien su hambre, prepararon unas fogatas para abrigarse y elaborar sus ricos calentados en base a alcohol, para abrigarse del fuerte frío y finalmente procedieron a acostarse en el pequeño campamento que habían construido, conviniendo en levantarse muy temprano.
        Ni bien empezaron a conciliar el sueño, sintieron que poco a poco comenzaba a soplar una ventisca  que cada vez se hacía más fuerte, hasta que, en unos pocos minutos se convierte en un fuerte huracán que comenzaba a barrer a su paso con todo cuanto encontraba. Peones y encargados buscaban rocas o covachas donde guarecerse, lo mismo hacían los animales que corrían espantados por todas partes; la fuerza del huracán cada vez era mayor  y comenzó a levantar todas las maderas, arrastrándolos hacia donde soplaba el viento, estrellándolos entre los peñascos o entre sí.
        La tormenta cesó cerca de la media noche, los integrantes de la caravana  hicieron frente al fuerte frío de la noche acurrucados sobre algunas rocas del lugar. A la mañana siguiente, los viajeros pudieron comprobar que la tormenta había arrasado con todo y que de las maderas no quedaba casi nada. El jefe de la expedición, muy asustado y preocupado, envió una expedición a Jumashga para dar cuenta a sus superiores sobre todo lo acontecido; por su parte, él se dirigió con algunos acompañantes a explorar la ruta por donde la tormenta había dejado sus efectos.


        El jefe del grupo, entre estupefacto y asombrado pudo comprobar que la tormenta había llegado curiosamente hasta Yahui y hasta este lugar, la fuerza extraordinaria de la tormenta hizo llegar gran parte de las madera y algunas de ellas con sus lazos que aún los tenían  atados.
        El jefe de la caravana, no podía como explicarse  ni comprender este curioso y asombroso caso que le tenía casi trastornado. Muchos trabajadores comentaron que esto había sucedido por la sencilla razón de que antes de efectuar los trabajos no le habían realizado la jichapada a los jircas.
Esto habría ocurrido por la sencilla razón de no haberles comprendido o escuchado el consejo de los peones del lugar, quienes les sugirieron para realizar la acostumbrada chacchapada o jichapacui
Y que pagaron caro su incredulidad.
        Como testimonio de esta leyenda, es que hoy crecen muchos arbustos de quinual,por lo alto de los cerros, por todo el desfiladero desde Tabladas hasta Yahui; por las otras quebradas o vertientes de Oyón, no hay quinuales.
        En Yahui, junto a la lagunilla se observa un árbol de quinual grande, de cuyas ramas desciende una enredadera, el mismo que da la impresión de ser un lazo o soga, el cual nos quiere dar un testimonio casi real sobre la leyenda.
        Es Yahui, un hermoso bosque de quinuales, de gran utilidad en el pasado, especialmente para el poblador oyonense, quienes aprovecharon de las maderas para la construcción de sus antiguas viviendas.        
 yOyón








 




KASHACUSHMAN

Hubo una vez, en un tiempo muy lejano, en el lugar denominado Paton  Cocha, donde vivía un hombre solitario, que casi nunca conversaba con alguien; se dice que era ignorante, un ermitaño cuyo nombre era Kashacushman (que significa no es de encargar o no es de confiar), su esposa había fallecido hace algún tiempo atrás y su nostalgia y soledad le habían convertido en un hombre solitario y poco sociable. Era propietario de algunas ovejas, unas tres vaquitas y un solo caballo para poder sustentarse.
Siempre bajaba a Oyón para hacer sus compritas al menos una vez por semana; un día cuando el regresaba de Oyón y ya se aproximaba a su choza,  mira que por el techo de su cocinita salía humo, Kashcushman se asombró y pensó que su chocita se estaba quemando; cuando se acercó pudo notar que el humo era de la bicharra; entonces se preguntó; ¿Quién  habrá llegado?, cuando llegó a su choza, no encontró a nadie, pero su bicharra estaba ardiendo, sus cosas estaban bien arregladitas y el almuerzo estaba preparado y esto sucedía todos las veces que bajaba a Oyón. Los siguientes días luego las siguientes semanas ocurría esto con mayor frecuencia; el ganado aumentaba y hasta se pastaba solo cuando Kashacushman salía al campo por leña o tenía que bajar a Oyón. Entonces dijo, tengo que averiguar quien ingresa a mi choza, así lo hizo; salió como si estuviera bajando a Oyón, pero apenas llega a la parte del camino de donde ya no se ve la laguna ni su estancia, toma la determinación de desviarse por otro lado, rumbo hacia una lomadita escondida y desde donde podía distinguir el paraje entero y su choza sin dificultad; después de esperar un buen rato, pudo ver a alguien extraño que salía del fondo de la laguna de Patón Cocha, se trataba de una hermosa joven de cabellera rubia y vestía un tul de oro y que resplandecía con los rayos del sol, tenía un hermoso cuerpo y muy esbelto; esta hermosa mujer se dirigía muy aprisa a la choza de Kashacushman. Entonces   Kashacusman, muy sigiloso y bastante rápido se dirige a su choza, ingresa en ella y le sorprende a la hermosa mujer; esta se quedó muy asombrada y no podía huir por mas que lo quisiera. Kashacusman le pregunta, ¿Qué haces muchacha linda en mi choza?. Ella responde muy tierna, mi nombre es  Rayhuana, vengo siempre por que estoy muy enamorada de ti, al haberme dado cuenta que eres un hombre solitario, muy trabajador, ordenado y por que sé que sufres mucho luego de haber perdido a tu esposa. Kashacushman se quedo pasmado y sorprendido, enmudecido ya que era la primera mujer quien le había declarado su amor. Kashacushman se preguntaba, ¿Pero como esta hermosa mujer puede enamorarse de el si nunca se habían conocido?, Kashacushman no le había visto ni en sus sueños; el decía entre sí, que era una sirena encantada , o un hada o podría ser una hehicera; ¿o es que mi  esposa habría resucitado?. Sin envargo, la hermosa Rayhuana solo pidió un beso y un abrazo a Kashacushman; este aceptó, pero con la única condición  de no revelar a nadie que iva a vivir con ella. La choza de Kashacusman se convirtió en una hermosa y próspera hacienda, llegó a tener sus animales en cantidad .Pero un día cogió su caballo negro para ir a Oyón a realizar sus compras,  a su regreso se encontró con sus amigos de infancia con quienes empezaron a beber ron. Cuando ya estaban algo embriagados, sus amigos le molestaba incidiendo maliciosamente, como es que de la noche a la mañana se había vuelto rico; y kashacushman revela la verdad olvidando el juramento que hizo a su bella esposa  pero el no se imaginaba que su bella esposa ya sabia la verdad.
Enojada le espera  y le reclama por su traición, saliéndose de la choza se dirige a la laguna y ingresa al fondo de las aguas verdes y kashacushman lloraba desconsoladamente dias, semanas, meses y algunos años sentado en la orilla de la laguna y en eso en uno de sus sueños su esposa le dijo  si tanto me quieres debes convertirte en piedra en la orilla de esta laguna y kashacushman acepto tomando apariencia de un hombre con un sombrero donde actualmente se encuentra  frente a la laguna de Patón a un costado del cerro.

                                             EL CHASHACUSHMAN.

          Hace muchísimos años, vivían en las alturas de Oyón, en el paraje de Patón, un Curaca de uno de los Ayllus de la región, llamado CASSHACUSHMAN, era bastante joven, muy apuesto y laborioso; Había contraído nupcias con la bella KORY KOILLUR, con quien se amaban muchísimo desde que fueran muy jovencitos y que a la vez se habían jurado fidelidad eterna y nunca olvidarse.
         Se dice que, en aquel tiempo, la laguna de Patón no existía y que toda esa zona donde hoy se ubica la laguna, era un hermoso follaje de densa vegetación; la choza donde ambos vivían estaba ubicada en la parte central de la pequeña meseta que hoy cubre la laguna.



          Kory Koillur se dedicaba a las labores domésticas, es decir las diversas tareas en la casa como son: hilar, tejer, lavar, cocinar; en tanto que Cashacushman, se dedicaba al pastoreo de sus ganados, a los que cuidaba con mucho esmero, ya que de ello dependía el sustento de su hogar.
          Se comenta, que cada cierto tiempo Cashacushman bajaba al Ayllu Grande a realizar el conocido intercambio comercial o trueque ( que en Oyón se dice trucay), en la misma que se acostumbraban a realizar intercambios de productos alimenticios con la finalidad de variar su dieta alimenticia. Entre los productos que llevaba para realizar su intercambio, estaba el tocosh, el chuño, el cushuro, el ururo, las challuas que es una variedad de pequeños pececillos andinos y abundantes prendas de vestir de lana de auquénidos y ovinos.

                        


          Estos productos eran cambiados con papas, oca, olluco, ursulita, quinua, kiwicha, etc. Se cuenta que cashacushman tenía muchos ganados en su pequeño Ayllu y muchos siervos a su servicio, por ser el Curaca de la zona. En aquellos tiempos, el pueblo de donde traían los alimentos en granos se denominaba “Jara Marka”, que en español significa, “Pueblo donde crece el maíz”; de ese pueblo Cashacushman traía además de gramíneas, algunos regalos para su adorada Kory Koyllur.
          En los últimos días, Cashacushman comenzaba a bajar al pueblo de “Jara Marka”, de manera más frecuente, Kory Koyllur empieza a notar en Cashacushman la disminución de su afecto hacia ella y casi ya no le traía regalos. Esto fue un motivo para que Kory Koyllr le comenzara a increpar por su extraña actitud. Cashacushman algo airado responde a Kory Koyllur, aduciendo que se estaba volviendo celosa y sin razón alguna.
          Lo cierto es que Cashacushman, se había enamorado de una hermosa joven en “Jara Marka” y que esto era el motivo para su cambio de actitud ante Kory Koyllur que ya se había dado cuenta; como Cashacushman estaba tan perdidamente enamorado de otra, trataba de ocultar su actitud infiel y actuaba torpemente fr4ente a su esposa.
          No había faltado alguien, que al pasar por Patón, se encontró con Kory Koyllur y le comentó sobre las andanzas de Cashacushman en “Jara Marka” y su amorío con una joven del lugar. Kory Koyllur, esperó la llegada de Cashacushman que fue al medio día; fue la ocasión en que le increpó fuertemente su infidelidad y le hizo recordar el incumplimiento de sus promesas. Por su parte Cashacushman, al ver a su esposa furiosa ya no tubo apetito para almorzar y peor aún al ver que su esposa sabía todo y le increpaba con mucha razón.


          Cashacushman, muy confundido y sin saber que decir, sale de la choza sin decir nada y se dirige al campo donde se encuentran sus ganados pastando; se pone a cuidar de ellos hasta cerca al atardecer y el sol ya estaba muy próximo a ocultarse.
          Cuando Cashachman divisa la pequeña pradera, vé que su adorada Kory Koyllur acompañada de sus criadas lloraba junto a la choza y se notaba que sus lágrimas se convertían en grandes torrentes cual si fueran ríos. Cashacushman no podía creerlo; las lagrimas poco a poco iban inundando la ensenada; Cashacushman se volvía atónito y abobado.
          Cuando Cashacushman reacciona, se dan cuenta que ya el torrente de lágrimas iban cubriendo los cuerpos de Kory Joyllur y sus fieles siervas; el paraje de su choza se convertía en una gran laguna; entonces Cashacushman muy desesperado implora y grita ¡”HUARMILAU”! (“¡Ho mi mujer”!) y seguidamente queda convertido en piedra y en tanto las lágrimas fueron tan grandes que convirtieron de la ensenada en una gigantesca laguna que hoy es Patón.
          Se dice que, las evidencias ocurren hasta hoy día, ya que las lágrimas siguen fluyendo en forma de manantiales y que Kory Koyllur y sus siervas fueron ocho; por eso en el flanco este de la alguna hay ocho manantiales que vierten sus aguas a la laguna de Patón; estos manantiales se llaman “PUAJ PUQUIO”  Puaj = ocho   --   Puquio  =  manantial o puquial
          Cashacushman significa, no es de confiar o no es de encargar. 


                                           EL NIÑO PERDIDO  (versión II)

Había una vez, hace muchísimos años, cuando un niño que pastaba sus ovejas en las orillas de la laguna de Niñococha en la Cordillera Raura, pudo observar
a un niño rubio  y de ojos azules como el cielo y con quien se poso a jugar y así lo hicieron durante muchísimo tiempo, hasta que un día el pastorcitos le contó a los moradores de las estancias que habían en las punas de Raura, que el siempre jugaba con un niño rubio de su mismo tamaño (talla)  y que luego desaparecía en las montañas, los pobladores del lugar, algo sorprendidos por una parte y algo incrédulos por las referencias que les daba el niño, determinaron muy secretamente y sin hacer saber al pastorcito, para subir un día que eligieron muy calladamente, hasta la laguna de Niñococha: Y fue allí donde pudieron observar algo sorprendidos  que el niño rubio le llevaba jugando al pastorcito por los parajes cubiertos de nevados; los moradores le siguieron muy curiosos para saber quien era el niño rubio de ojos azules; mientras tanto el niño rubio y el pastorcito  se dirigieron detrás de una lomada; los moradores se apresuraron para darles alcance; pero, cuando llegaron a la altura de la lomada, ya no encontraron nada, ni a nadie.

Entonces los pobladores buscaron muy preocupados al pastorcito por espacio de varios días, pero no pudieron encontrarle desde  aquella oportunidad, el paraje donde desapareció el pastorcito con el niño de ojos azules lo llamaron “EL NIÑO PERDIDO”.

MITOS


                                          EL DIABLO DE PUYACHAY

Nos hacen saber, que en el pueblo de Andajes vivían, un joven llamado Cipiriano; este llegó a cazarse con Antuca su paisana y a espaldas de Heminia, quien le profesaba un verdadero amor y cariño a pesar de los desprecios de Cipiriano.
Algunos meses después del matrimonio, Cipiriano, como todos los recién casados de su pueblo, en una madrugada se dirigía a su trabajo en una hacienda de los valles de la costa, y a la salida del pueblo, improvisadamente se vio con la presencia de Herminia, quien le dijo: “Oye, te has casadado ¿no es cierto?... pro, no importa; yo no te he podido olvidar ni te olvidaré nunca, así te fueras para siempre… y si tu quieres, como te digo, no importa que estés casado para consentirte en mi corazón… ¿vámonos a la hacienda a trabajar?... quiero trabajar junto contigo”.
Cipiriano, estático y sorprendido, ruborizado y casi enmudecido, contestóle a tientas: “No oye… mejor te quedas todavía,,, yo voy a regresar la otra quincena, antes de la Semana Santa; me esperas en tu estancia de Puyuchay; llegaré al atardecer y nos iremos al día siguiente, de madrugada; ya para entonces tendré plata… ¿me aceptas?.
La muchacha, en medio de un recelo que le empalidecía el rostro sonrosado; aceptó, y el se fue nervioso.
A Herminia se le quedó en la imaginación y en el corazón apasionado las últimas palabras de esperanza que murmurara su adorado Cipiriano; divisaba siempre la quebrada por donde se había ido; conversaba a veces con los cactus, las ramas, los puquiales y las ovejas; hasta que la tarde del sábado que cumplía la quincena, dijo a sus compañeras de la estancia de Puyachay… “Ahora ustedes se pueden ir al pueblo a ver las vísperas de la fiesta, mientras yo solita me quedo al cuidado de nustros huachis (ovejitas).
Y así fue; cuando los cerros ya proyectaban sus grandes sombras en las faldas de los otros cerros, abajo en el camino que se veía serpentear a la orilla del río Huaura, pudo distinguir claramente a su prometido y se alegró. Se puso a preparar las cosas más exquisitas que ella sabía en el gusto de Chipico, divisaba una y otra vez, le ve entrar en la quebrada más próxima en donde se demoró hasta ya entrada la noche.
Juntas ya en la chocita, ni siquiera había un perrito, el dijo que se había demorado en la quebrada para que nadie lo viera entrar; en la chocita, apenas algunos trocitos de carbón del fogón reflejaban su ténue luz en el rostro del recién llegado, quien no se dejaba ver, a pesar de las ansias que tenía Herminia de mirarse en sus ojos y besarle los labios. Lista ya la comida, ella quiso encender un mechero de cebo de cordero y el le dijo que no lo hiciera, que estaba bien así. Herminia sirvió la comida y cuando notó algo raro en el modo de ser de Cipiriano, surgió en su pensamiento una desconfianza y luego miedo. Entonces cogió ella un balde y un porongo para ir a traer agua y con este pretexto escaparse. El huésped le dijo que no fuera; pero ella, tras consecutivas insistencias logró convencerlo y fuen en compañía de su amigo que había estado afuera, a quien le llamó Cipiriano y le encargó que lo acompañara a Herminia.
En el trayecto, el supuesto compañero de su prometido le dijo a Herminia: “¿Sabes quien está en tu casa?... Es un diablo que ha venido especialmente para llevarte… “entonces ella le pidió por favor que le hiciera escapar de algún modo”, petición que fue aceptado por el compañero que tenía atado un cordón en la cintura, cuyo extremo tenía el diablo que se había quedado en la choza.
La muchacha tomó como pudo la cuesta pendiente y escabrosa, hasta llegar a otra estancia donde habían otras pastoras, mientras el acompañante, cada vez que el diablo desde la choza le jaloneaba el cordón de la cintura, el acompañante contestaba “ _todavía no llegamos a la quebrada” Después, una espina se le clavó en el pie de Herminia; luego el porongo se demora en llenar; muy poco agua hay; finalmente dice: “la mujer acaba de escaparse dejándome atrincado.
 Ante esta noticia el diablo sale despavorido en persecución de la joven, a quien casi llega a cogerla junto a la choza de una estancia muy próxima al pueblo, donde dicen que la muchacha quedó muerta y el diablo desapareció, dejando un humo que olía a pólvora quemada.




                                                      LA MAMA RAYHUANA:
                                                                 (Mito)  ( 1 )

Una noche de luna llena, muy próxima a las cosechas de papas, una distinguida dama oyonina, la Señora Elena, había visto que de Colcapata salía una señora muy elegante, quien llevaba sus fustanes de bayeta dobladas a la cintura muy a la usanza oyonense; sus botines con muchos ojales relucían con la luz de la luna radiante; y qué decir de su hermoso sombrero adornado con flores del gantu o cantuta y su manto de palucha de lana matizado con franjas de colores. Su caminar denotaba que venía de la chacra, luego de haber cumplido con su tarea en la cosecha; la dama oyonense, es decir doña Elena que se encontraba en Muyucota, desvió la mirada hacia otro lado al escuchar un ligero ruido, pero, cuando volvió la mirada hacia la dama que venía de la chacra, esta había desaparecido del lugar como por arte de magia o encanto y no supo donde se metió ya que el paraje de Muyucota era amplio y libre. La figura de la dama, impactó en doña Elena y no podía olvidar con facilidad lo que había visto. Muy pensativa le comentó al día siguiente a sus vecinas todo lo que había visto. Esta mujer oyonense no se imaginaba por qué habría visto una mujer muy especial que luego se le desapareció.
Pasado algunos días, sus vecinos se fueron a la cosecha de papas, cuando llegaron a la chacra de la Sra. Narcisa, encontraron una piedra que tenía la forma de una mujer, es decir una belleza muy singular, que al ser observado por una de sus aristas, se notaba la figura esbelta de una mujer; doña Emilia Narcisa la utilizaba para proteger el fogón frente a las brisas del aire: La señora Eleonor, observó este hecho con mucha mesura y diligencia; luego de algún rato y con absoluto convencimiento, le increpó a Emilia y le dijo: _ “No debes utilizar esta piedra para cocinar, por ser una falta de respeto a Mama Rayhuana ya que estas atentando contra la fertilidad de las tierras de cultivo”.
Al finalizar la cosecha, las mujeres trasladaron la piedra hasta Muyucota y lo dejaron en el corral de don Machico. Pero en esta Ocasión, la señora Elena vuelve a ver pero en sueños a la extraña mujer que vió anteriormente y que se le había desaparecido; esta extraña mujer se le acerca a Elena y le dirige la palabra solicitándole que en el lugar donde le habían acomodado se sentía muy fastidiada, ya que los jumentos de don Machico lo asediaban e incomodaban mucho. Entonces le reveló en sueños a la señora Elena para que le cambiara de lugar, indicándole que prefería estar en el Kantu” o “Gantu”
Cuando la Sra. Elena les contó a sus vecinos lo que había soñado, los vecinos decidieron trasladarlo al lugar indicado en los sueños de doña Elena. Efectivamente, en dicho lugar permaneció la Mama Rayhuana muy cómoda y tranquila durante muchísimos años, a donde los pobladores de Oyón siempre concurrían a rendirle culto a través de sus rituales mítico tradicionales, solicitándole por buenas cosechas en sus sembríos.
Muchas veces los creyentes eran muy satisfactoriamente compensados. Pero, como si fuera castigo,  doña Narcisa, nunca tubo la oportunidad de tener buena cosecha, por no creer en la mama Rayhuana, en quien creen mucho los pobladores de Oyón y frecuentemente le ofrecen sus mesadas.
Al pasar los años y de forma inexplicable, dicha piedra ha desaparecido del “Gantu”, nadie puede explicar lo que realmente a sucedido con la piedra; es a partir de entonces que en Oyón existe una profunda creencia hacia Mama Rayhuana; y gracias a su benevolencia nuestras tierras son fértiles y nos entregan sus frutos en calidad y cantidad muy apreciada por propios y extraños.


                                          EL  CONDENADO                                                               

          Hace Muchos años, vivían en el pueblo de Oyón, un joven y una joven, quienes se  querían  y se amaban mucho. La joven era de  una  condición  económica  humilde,  una  damita  sencilla  que pertenecía a una familia  campesina; pero, sin embargo, era poseedora de una encantadora belleza y en el pueblo no había otra como ella.
          Por su parte el joven, era proveniente de una familia acaudalada, en razón de que su padre era un  próspero  hacendado que se caracterizaba por su exagerada discriminación a la pobreza, además de  un  absurdo racismo enfermizo. Precisamente, en razón del carácter exagerado de este padre, los jóvenes  se  amaban  en  secreto y a escondidas; estos dos enamorados se habían prometido desde el primer momento amarse eternamente, inclusive, no separarse ni en la muerte.
          Un  día,  el joven muy enamorado le dijo a su prometida, de que estaba dispuesto en decirle a su padre  lo que se amaban y que deseaban casarse; y así lo hizo. Pero, el padre del joven, en vez de
recibir  la  noticia  con   agrado,   se   volvió   histérico,   respondiendo   drásticamente   a   su   hijo, increpándole  que  era un tonto y que no había sabido elegir una mujer de su clase social y de buena posesión  económica;  con  actitud  iracunda  desautorizó  el  noviazgo  de  su  hijo  y   le   amenazó diciendo, que, si no acababa con ese absurdo noviazgo, sería mejor  que  se  fuera  de  la  casa  y  se borrara el apellido, ya que no lo iba a considerar como su hijo y que no esperara nada de su padre.
          El  joven,  muy  decepcionado  y  desmoralizado,  sale  de  su casa y se fue donde su amada a quien le contó todo de manera detallada y al final le dijo: __ No importa mi corazoncito, mi amada, flor de mi vida; a nosotros, nadie nos separará, ni la misma muerte-__
          __ ¡Sí mi amor!__ contestó ella.
          El joven propuso __¿Por qué no nos vamos ahora mismo a otro pueblo,  yo  allá  trabajaré  de cualquier cosa para nuestro sustento y tu me cocinarás.__
          __ Pero, para qué nos apresuramos, qué urgencia  tenemos,   si  todo  lo  podemos  hacer  con tranquilidad.__ dijo la joven.
          __ No  mi  amor,  ya no puedo más; a mí que me importa la idea de mis padres con respecto a nuestro romance, si lo que  importa es cuanto nos amamos, yo no voy a permitir jamás que ellos me elijan mi pareja. Además, no me interesa su riqueza, ni quiero ninguna herencia, contigo tengo todo lo suficiente, yo trabajaré y nos iremos pronto y lejos.__ dijo iracundo el joven enamorado.
          __ Ya se que me quieres, pero ten paciencia.__ agregó ella.
          __ No, no; hoy mismo nos vamos.__ dijo el joven completamente contrariado.
          __ Pero si ya es demasiado tarde para poder viajar; además, a dónde vamos a ir  si  ya  pronto
anochecerá.__increpó ella.
          __ No, vamos a viajar de noche para que nadie nos vea; pero antes, debo de ir a mi casa entre las diez o las once de la noche, entraré  muy despacio sin que nadie me escuche, subiré al altillo allí mis padres guardan bastante maíz, trigo,  charqui,  queso  entre otras cosas, sacaré lo suficiente para nuestro fiambre en el viaje. Si por algún motivo me demoro, tu  no  te muevas de acá, espérame, ten paciencia y apenas regrese nos iremos.
          __ Así lo aré, pero tú ten mucho cuidado.__ recomendó ella.
          Cuando ya la noche era oscura, el joven sale rumbo a su casa,  cruza  las  calles,  casi  no  hay gente, camina lo más silencioso posible y sin que se dejara  notar su presencia. Llega a su casa, abre el zaguán con mucho cuidado evitando el  más  mínimo  ruido, seguidamente sube al altillo a donde ingresa  con  mucho  cuidado  evitando  hacer  cualquier  ruido; prende una pequeña velita, toma un costalillo y allí empieza a llenarla con  un  poco  de  maíz,  queso,  charqui  y  trigo.  Cuando  ya  se disponía  a  salir  hace  un pequeño ruido; su padre que dormía en los pisos bajos escucha el ruido y pensando que era algún ladrón  que  le estaba robando, apresuradamente tomó el rifle que pendía en la pared de su cabecera, sale rápido al patio y se pone frente a la puerta del altillo listo para disparar apenas salga el intruso ladrón.
          Cuando el joven, lentamente salía por la puerta del  altillo,  le  cae  un  certero  balazo  que  le hace caer al piso del patio, entonces el hacendado  dice a su esposa que pronto prenda una vela para reconocer al ladrón a quien había fulminado. Grande fue su sorpresa cuando logró distinguir, que la persona  a  quien  había  disparado  era  su  propio  hijo  que  yacía  moribundo en el piso, que entre palabras entrecortadas le dijo: __ Que malo eres papá, al no poderme quitar a mi  amada,  ahora  me has quitado la vida.__ luego exhala un  profundo  suspiro  y  muere.  El  padre,  llora  arrepentido  y maldiciéndose mucho por su equivocación  y  dice: __¡Hijo!, ¡yo  nuca  quise tu muerte, solo quería tu felicidad!, ¡Dios mí, ¿por qué me ha pasado esto!.__ Pero ya todo era demasiado tarde.
          Al día siguiente, mucha gente se enteró  del  homicidio  inesperado.  Mucha  gente  asistió  al velorio y al sepelio.

          La tercera noche, exactamente la noche después del entierro, cerca de la media noche, con un aspecto muy raro, el joven llegó donde su hermosa novia, tocó la puerta y llamó con voz cavernosa: __¡Choyaaa!,  ya  es  la  hora  para  irnooos,  no  prendas  la  luz, sal de una vez de la caasaa, tu iras delante miooo, y te seguiré.__ continuó con su voz espantosa.
          ­­__ Pero, ¿por qué estas así Juancho?__ interrogó ella.
          __ Tu no te preocupeees, vamos yaaa,  para  avanzar  el  caminooo,  hasme  casooo__ dijo  él
          la joven obedeció, al salir,  vio  como su prometido iba vestido en hábito, no se explicaba por qué se había vestido así, calló y se puso a caminar.
          Detrás  iba  el  joven  haciendo  zumbar su huiritinkish (una forma de cordel o soguilla que al hacer girar emitía un sonido tenebroso. Y así,  los  dos  caminaron  durante  la  noche  lóbrega hasta que, entre la una o las dos de la mañana llegaron a la choza de una estancia, al acercarse  los  perros comenzaron su aullido tenebroso y cuando ya estuvieron en  la  choza  los  perros  se  humillaban  y solo gruñían como si sollozaran de miedo.
          La joven le dijo a su enamorado: __ Juancho, estoy muy cansada, tengo mucha sed y también mucha hambre; descansemos aquí u rato.__ luego, llamó a los dueños de la choza para que le dierta
Un poco de comida y agua; la dueña de la choza sale, le invita a pasar y le dice que si hay  un  poco de comida que les había quedado de la cena. El joven dice que para pasar  que  primero  apaguen  la luz por que a el le gusta estar en la oscuridad.
          La señora sirve dos platos de comida uno para la joven y  otro  para  el  joven.  La  joven  que tenía mucha hambre terminó de comer pronto y cuando  vio  entre la penumbra a su prometido, este no había comido, se había echado toda la comida al  pecho. La señora de la choza también lo notó y le  dijo  a  la  joven  susurrándole  en  el  oído,  __ señorita,  tu  novio se ha condenado y lo que está esperando es que antes de que se aclare el día te  va  a  matar  para  que  tú  también  te  condenes  y juntos  los  dos  anden  vagando  por  todas  partes  y hagan maldades a todos los enamorados y por envidia, ustedes no lo dejarán amarse__
          __ ¿Ahora qué hago doñita?__ preguntó la joven.
          La señora que sabía el secreto le ayudó y le  dio  indicaciones precisas como: __ Te voy a dar un jabón, una siete agujas y una soga de cabresto, creo que es suficiente para  que  llegues  hasta  el pueblo y te metas a la capilla.__luego le explicó __ en  el  camino, irás  raspando  y  esparciendo  el jabón poco a poco cada vez de que el condenado se te  acerque; cuando se acabe el jabón, dejarás la aguja cada vez que se te acerque  el  condenado  y  al  final, cuando ya no tengas aguja, poco a poco iras  soltando  y arrastrando la soga y cuando ya estés entrando al pueblo dejarás la soga y pronto te meterás  en  la  capilla  y  lo  cerrarás.  El  condenado  no  se  irá,  te  estará reclamando tu promesa; entonces tú, por ulgun hueco de la puerta de la capilla le darás tu dedo cordial, el  lo tomará y luego se irá para siempre y nunca más te fastidiará.¿Me has comprendido bien?.
          __Si doñita, así lo aré y muchas gracias y que Dios te lo pague.__
          Se reinició  el  viaje,  la  joven  delante y el condenado detrás; la joven disimulada comenzó e esparcir  el  jabón  conforme  iba  caminando.  Detrás  de  ella  el  condenado  caminaba  muy  lento llamando a su prometida.
          __Choyaa, no me me dejes, esperame, el camino está muy resbaloso.__ decía  el  condenado.
          Luego de larga caminata se acabó el jabón y la joven vio que el condenado  se  le  acercaba  y entonces fue dejando la primera aguja y el condenado de nuevo empezó a quejarse.
          __ Choyaa, no me dejes, espérameee, el camino tiene muchas espinaaass.__
          Y así, cada que se le acercaba dejaba una aguja hasta que esta se terminó, entonces empezó  a ir soltando poco a poco la soga y conforme avanzaba la iba arrastrando.
          El condenado volvió a quejarse, esta vez decía: __Choyaaa, espérameee,  el camino es largoo y tiene muchas espigas y ya estoy muy cansado__ 
          Antes de que el  condenado  terminara  de   pasar   la   soga,   la   joven   llegó   a   la   capilla, apresuradamente  llegó  a  ella, ingresó y cerro la puerta por dentro. Al rato, llegó el condenado y se paró frente a la capilla y comenzó a llamar desesperado como si llorara: __ Choya, Chollaaa, no me
Dejes, no me dejeees, vaaamos, vaaamos.__
          La  joven  estaba  decidido  a  no  obedecer más y quedarse dentro, en el interior ella rezaba y rezaba a Dios y a todos los santos. Afuera, el condenado siguió lloriqueando ya el día aclaraba poco a poco; hasta que al final la joven vio un agujero y sacó por allí hacia fuera su dedo cordial y le dijo al condenado: __¡Aquí está tu promesa llévate y ya no me fastidies__
          El condenado, en ese momento vio el dedo  y  lo  arrancó  desde  el  nudo de la mano y luego dijo: __¡Ahora si me voy conformeee, llevándome mi compromisooo__  al  final  explotó como una bombarda y desapareció.



          Los jóvenes de hoy, como escarmiento de falsas promesas imposibles de  cumplir,  deben  ser cautos; las promesas de la vida ya no sirven en la muerte, por que muerte es sinónimo de fin, donde
todo acaba y nada de esta vida sirve en ella.

EL MUKI

Érase  una vez hace mucho tiempo un minero llamado Víctor  conoció a un hombrecillo de mediana estatura vestido de minero  con su coquita y con su ishcopuro.
Ellos se hicieron amigos  aparte de eso  se hicieron entre ellos  un compromiso el muki le daba oro y el minero le daba su pago  y aparte que no comentara a nadie incluso a su  propia esposa  que el no conocía al muki  y asi fue  hasta un buen tiempo .Un día sus  amigos le invita unas copas  y en transcurso  que iban tomando  sus amigos le pregunta ¿Cómo haces para producir tanto? Entonces el minero le comenta todo y rompe el pacto con el muki.
Eso fue el motivo para que el minero pierda todas las manifestaciones de su amigo muki  y al día siguiente  ingresa a la mina y no encuentra nada  y el minero se arrepintió de haberle contado a sus amigos  incluso a la semana siguiente muere en un accidente en la mina, como el muki hace pasar una muerte por medio de  un accidente que el provoca.

                                                                            EL   MUKI                                                             
                                         
El Muki, es un personaje irreal y mítico, creación de los antiguos mineros del Perú, y que según comentan ellos, solo viven dentro de las labores de las minas o socavones mineros; su talla es muy diminuta y pequeña quizás parecido a los gnomos de los cuentos europeos.
Se dice que este pequeño personaje, tiene todas las características de un pequeño minero, vestido de mameluco, sus guantes, sus botas, su diminuta lámpara y que vive muy cerca o allí donde está la mayor riqueza mineral, ya sea el oro o la plata. Los mineros dicen que el Muki es muy pequeñito, pero que tiene una fuerza descomunal que no lo podrían derribar ni diez hombres, y que si está dentro de la mina se esfuma o desaparece, introduciéndose en cualquier abra o grieta que encuentre entre las rocas; se dice que deambula por el interior de la mina, chacchando su coquita que lleva en su pequeño huallquisito (Bolsito pequeño de cuero de becerro), fumando su cigarrito y sacudiendo su ishco puru (poronguito con cal). Se dice que tiene una sola debilidad inexplicable, es decir, si te encuentras y llevas contigo un chicu huasca (soga de cuero de becerro), se le puede capturar atándole por el cuello, así el Muqui, pierde toda su fuerza y te lo puedes llevar a casa y tenerlo prisionero y pedirle lo que quieras para ser rico.
Si te encuentras dentro de la mina no le debes de temer, le das confianza y le invitas tu coca y se pone a conversar contigo y te avisa por donde se dirige o donde se encuentra la mejor veta de mineral y si de manera permanente le ofreces una ofrenda consistente en coca y cigarros, el Muqui te ayuda en tu trabajo y la producción en tu labor minera se vuelve óptima; pero dicen también que el Muqui te puede encantar y hacer que desaparezcas en la mina. Si te encuentras con un Muqui y logras hacer amistad, tienes que ser muy reservado y no contarle a nadie de tu relación amistosa con el, si franqueas o delatas su amistad, pierdes todos sus favores, por eso dicen los mineros, que sus secretos deben ser bien guardados.
Cuentan, que un antiguo minero hizo muy buena amistad con un Muqui en su mina. En su ocasional encuentro habrían tramado amistad y se habrían comprometido ambos para ayudarse, el minero facilitaría coca y cigarros al Muqui, y este, le brindaría una fácil explotación de la riqueza minera.
Fue así que, el minero, poco a poco se va volviendo rico, en razón de que de su mina, cada vez iba sacando mayor cantidad de oro y plata; la gente del lugar se mostraba medio incrédula y envidiosa; algunos empezaron a criticar con maldad, pero no faltaron algunos vecinos que lo felicitaban por su suerte.
Así, pasó mucho tiempo y el minero siguió guardando el secreto. Pero, ocurrió un día, que unos amigos invitaron al minero a departir unas copas de licor y conversar sobre la vida; el minero aceptó y bebían y bebían entre conversaciones y risas hasta que en un momento ya se encontraban totalmente embriagados; fue en eso que uno de los amigos pregunta al minero, de cómo hacía para que su mina produjiera abundante oro y plata; el minero rompe el secreto con el Muqui y comenta a sus amigos que había hecho un convenio con un pequeño hombrecito de la mina para llevarle siempre su coca y cigarros y el hombrecito le facilitaba las riquezas del subsuelo.
Fue suficiente esta actitud, para que el minero perdiera las promesas del Muqui, ya que al día siguiente, al ingresar a la mina, no encontró nada y todo estaba derruido; muy tarde fue su pesar por haber delatado su secreto con el Muqui, por lo que el minero perdó soga y cabra como dice un adagio popular.





                                                      EL JARDÍN DE CERAS                                                                 

Había en el pueblo, un tal Mauricio, hombre que de todo se burlaba, hijo de un adinerado, era el único en su casa y el engreído, era tan engreído que ni siquiera pudo estudiar una carrera en Lima, de donde regresó hecho un sábelo-todo, se creía el mejor tinterillo fungiendo saber todos los artículos de las leyes, pero esto solo para hacer males y nunca para cosa buena; así como todos los que fracasan o solo llegan a tener mediana instrucción en Lima. Pro, un día, le salió chueco toda su valentía;  fue un primero de noviembre, día en que como todos los años la gente del pueblo solicita los servicios del Párroco del pueblo para decir el responso a cada uno de los difuntos y celebrar la misa en honor a las almas que ya dejaron este mundo. Llegó este día, que puso fín a las fanfarronerías de Mauricio, fue, cuando el cura iba de tumba en tumba diciendo el responso y rezando por cada difunto, en compañía de algunos curiosos y deudos; en eso se presentó Mauricio diciendo: “¿Cómo es posible que todavía hayan zonzos que se dejan engañar?...  ¡Pobre gente!.” Y haciendo una mueca de desprecio se acercó al cura mostrando una burlesca sonrisa, aduciendo sarcásticamente: “Oiga Ud. padre, como yo soy un hombre de este siglo, no creo en ánimas del otro mundo; de otra manera Ud. me dará la razón; ¿quién ha regresado del otro mundo?...”
__” Mire joven__ dijo el cura __ ¿acaso Ud. no cree en las almas ni en los muertos?”
__ ¿Yo?... __ contestó sarcásticamente Mauricio__ no creo ni en Ud. mismo y peor en las almas.
__ Está bien, __ dijo el padre __ pues si Ud. no cree en las almas, le invito esta noche a las doce ha visitar el cementerio para comprobarle la existencia de las amas, y después me dirá lo demás; ¿acepta mi invitación?.
__ Ya lo creo que sí padre __ acotó Mauricio __ por que me interesa mucho saber sobre la existencia de las almas, y más que todo confirmar y ver con mis propios ojos; __ Y terminó diciendo con sorna __ eso sí, no pretenderá llevarme al infierno, en el que tampoco creo como en la existencia del cielo, donde Ud. dice que está Dios; por que todos son cuentos que no sirven sino para engañar a los incautos, y como tal, le acompañaré esta noche a fin de conocer las almas y ver si reconozco a algún familiar mío.__
__ Y yo hijo mío, __ replicó el curita __ podré comprobar de que es Ud. un valiente como dice y que sigues burlándote de las obras grandiosas de Dios.__ Y repitiendo las divinas palabras de Cristo en la cruz, concluyó: __ “Padre, perdónales por que no saben lo que hacen”.__
__ ¿Qué debo traer padre? __ preguntó Mauricio.
__ Nada hijo, nada __ dijo el curita, __ Solo un poco de creencia y temor a Dios en tu corazón, por que vas ha ver lo que ningún humano ha visto… Hasta luego, y no te pierdas.
      Después que doblaron las campanas dando sus últimos toques por los difuntos que no tenían parientes, Mauricio se dirigió con aire resuelto hasta el cementerio pensando en las palabras que le martillaban se cerebro: “No te burles de los muertos”. Meditando en sus palabras llegó al cementerio, acompañado del curita de quien no se dio cuenta en que momento se le había juntado.
El curita le recibió diciéndole con voz cariñosa: Pasa hijo; estaba pensando en ti y rezaba por las almas del purgatorio y por las que mañana dejarán este mundo”. El cementerio estaba iluminado completamente por las velas que casi todos habían llevado a prender o encender en la tumba de sus respectivos parientes o forasteros que tuvieron al suerte de morir en este hospitalario pueblo, como lo son todos los de la sierra. Y fue el curita el primero en irrumpir el silencio: “Qué hermoso es todo esto, es como la propia vida, pero que se van consumiendo a medida que pasa el tiempo. Es como la vida de los humanos, unos duran más y otros, no bien nacen mueren.
Esto parece un jardín de vidas efímeras que el hombre lo hace; pero, hay otro jardín que Dios ha hecho: el jardín de la vida que tu has de ver ahora, en este día en que los vivientes de todas partes se acuerdan de los muertos, invocando a las almas y rezando con el fin de que en otro mundo sean felices, y por lo menos contribuyan a su felicidad; ellos también se acuerdan de nosotros y velan por nuestras propias vidas, rogando a Dios de que todo nos sea bueno y llevadero en este mundo de sufrimientos. Y espero que después de esta pequeña lección no seguirá dudando de Dios y sus obras.
__”Padre,__dijo meditabundo Mauricio__ hay cosas que llegan al corazón, pero cuando el corazón ha llegado a encallecerse y en el alma ha muerto el sentimiento y, no se cultiva sino la maldad, es difícil creer como es difícil llorar, por que la maldad a secado toda la planta del bien que hubo en el corazón”,
decía Mauricio, ya no con esa voz burlona y el gesto de picardía que siempre le caracterizaba, , sino que en su semblante se le notaba un temblor de duda y temor y, terminó preguntando: ¿No serán cosas solo de los hombres todo lo que me acaba de decir?”.



       Hijo mío replicó el padre_ si tu corazón duda aún de las cosas que Dios nuestro señor ha hecho, quizás más tarde te arrepentirás, pero cuando ya no haya remedio”. Cuando estuvieron en esta conversación se presentó otro personaje, que vestía el hábito con el que acostumbraban enterrar a los muertos en la sierra (mortaja de jerga) quien dijo: “Padre, le estoy esperando”. La presencia de este personaje que habló con voz cavernosa, infundió terror en Mauricio quien instintivamente se arrimó hacia el curita.
    _:Es la hora en que debo cumplir en visitar el jardín de la Vida… Vamos joven. Este señor nos guiará…” Dijo el curita mirando paternalmente a Mauricio que se encontraba temblando de miedo y, hechando su andar tras del amortajado. Mauricio había perdido todo su aplomo, sus pies se negaban a obedecerle, un sudor meloso invadía su rostro y sin darse cuenta ni por donde había ido ni que camino le llevó, había llegado a una modesta cas de imponente construcción, con hermosas ventanas que daban a todos los lados y por los que se podía mirar en cualquier dirección. Mirando Mauricio los contornos interiores de la casa, encontró a la vista una mesa y cuatro sillas y además, una infinidad de ceras prendidas, unas recién encendidas, otras en mitad y otras terminándose ya. Este espectáculo le llamó grandemente la atención y no pudiendo contener su curiosidad,  preguntó al curita, “¿Aquí también encienden velas por los difuntos?.
       Y el curita contestó: “No hijo, esas ceras que vez no son sino los símbolos de las vidas humanas; es decir de los seres que viven en el mundo de donde hemos venido nosotros. Temblando de terror Mauricio dijo con asombro: “Quiere decir entonces que nosotros ahora nos encontramos en el otro mundo?”. Hijo mío, no tengas miedo, es cierto que estamos en la otra vida, en la mansión de las almas; pero, los que vienen de visita a este lugar, se regresan de nuevo hacia el mundo de los vivos, y como tal volverán a gozar de los aires del mundo material”, contestó el padrecito:
       ¡Padrecito, tened piedad de mi novia!.. “ella es tan linda que por nada la dejaría… hasta mi vida daría por ella “, imploró Mauricio, casi llorando mientras por su mente cruzaba fugazmente la reconstrucción de todo su pasado: una historia vivida por el mismo.
       ¿Cómo?, ¿tienes miedo?, ¿no decías que eras el hombre más guapo de la tierra?. Así son los hombres sin corazón. ¿Sabes quien te trajo al mundo, o es que te has olvidado?... ¡Que ingratitud la de los hombres! _le reprochó el curita_  Acordarse de una mujer cualquiera y no de su madre quien le dio la luz de su vida?  Después, serenándose un poco con las palabras del curita y mirando el campo lleno de ceras, Mauricio preguntó al padrecito: ¿Qué significan esas ceras padre?. Me parece que hubiera un hombre que los estuviera prendiendo a medida que se van acabando”.
       _Escucha hijo mío; esas que ves ahí, cada una representan la vida de los seres humanos que viven en la tierra; quiero decirte que son las propias vidas de los hombres que se encuentran en la tierra y que están controlados desde aquí”. Respondió el curita suspirando, al mismo tiempo que contemplaba el Jardín de Ceras.
       _Siendo así padre, dígame por amar a Dios, ¿cuál de aquellas ceras es la que me corresponde? Preguntó ansiosamente Mauricio.
       _¿Cómo?, ¿no decías que tu no creías en Dios?; y ahora que te ves en peligro, ¿recien te acuerdas en implorar su nombre?. Así somos nosotros los humanos, _contestó el cura_ Y para terminar nuestra visita vamos a preguntar al guardián, cual es la cera que te corresponde en la vida. Más el guardián que había estado oyendo la conversación dijo: “Joven, ¿ves esa cera que está terminándose?, esa es la que representa la vida suya; la que está recién empezando arder, es la de un niño que recién llega al mundo y esa otra que está a mitad, es la que corresponde a su papá. Y así, fue indicándole en cada cera las vidas de sus familiares y parientes, hasta que el curita le dijo: “Mauricio, ya es tarde vámonos”.
       ¡Padre, por favor!... ¡le daré lo que pida Ud. por que alargue un poco más mi existencia!... Seré bueno; dígale al guardián que prenda una cera más y alargue mi vida”… Imploró Mauricio llorando.
       Más el guardián de las vidas de los humanos, sin inmutarse, le contestó: “Lo que Ud. pide joven, es imposible, por que las leyes de Dios se cumplen inexorablemente y solo él puede variarlo”.
       Y diciendo esto, le mostró la puerta para que salieran y que lo hicieron por la Iglesia.
       Al amanecer, la gente del pueblo comentaba la agonía de Mauricio.   



                                                        LA JIRCA DE ANTAPAMPA

A cinco kilómetros del pueblo de Rapaz, hacia la cordillera, a un costado de las minas de Huanda, en una estrecha pampita, se encuentra la estancia de Antapampa, cuyos moradores nos refieren lo que les sucedió hace algunos años, al jefe de una modesta familia.
Vivía ahí en Antapampa, en una humilde choza, un tejedor; su mujer era una modesta pastora, con ella tenía nueve hijos y criaban un buen número de llamas y ovejas, que en algo les reportaba los gastos en vestimenta y alimentos para el sustento familiar.
Cierto día, la mujer se vino al pueblo para hacer algunas compras, dejando en la estancia al marido en compañía de su menor hija, una muchacha de catorce años. Esa tarde, como es de costumbre, padre e hija cerraron el ganado en el corral, luego de cenar la hija se acostó en su cama y el padre en la suya se puso a chacchar su coquita. Se dice que la chica se quedó dormida, pero a eso de la media noche se entre sueños escucha una extraña conversación; se despierta raudamente puede ver con sorpresa que su padre y una hermosa mujer platicaban animadamente: En un primer momento, la muchacha calladamente escuchó la conversación mientras observaba a la bella mujer que posaba sobre la cama de sus padre en una actitud muy íntima; también podía observar que aquella jipash (mujer joven) era muy hermosa, llevaba unos hermosos aretes de brillantes que le pendían de los oídos hasta el hombro, unos hualgash (collares) relucientes que adornaban su blanco cuello escotado; vestía una tela resplandeciente que hacía juego con sus excelentes joyas que iluminaban con gran claridad el interior de la choza aún más que la luz del sol.
Ante esta extraña presencia, luego de estar observando un buen rato lo que sucedía entre su padre y su extraña visitante, se levanta para preguntar apresuradamente a su padre, quien era aquella mujer desconocida y que hacia junto con el en su lecho: En eso la mujer desapareció y también desaparece el resplandor en la choza y quedando todo a oscuras. Entonces el padre suplica a su hija para que no avisara a nadie de lo que había presenciado; pero la chica no pudiendo guardar el secreto de su padre, opta por delatarlo y cuenta a su madre todo lo que vio y escuchó aquella noche.
Desde entonces, aquel hombre se sumió más en la tristeza, volviéndose indiferente hacia sus familiares; hasta que un día se fue por el campo a recoger sus llamas, y se dice que en el campo se quedó dormido cerca de un manantial, donde se supone que volvió a encontrase con su amada ninfa o ada. Se despertó de ese sueño ya muy delicado de salud y llegó a la choza presa de una delicada dolencia y que al final llegó a cortarle la vida después de casi medio año de padecimientos, pero sin perder el ánimo ni el conocimiento.
Los vecinos de Santa Rosa de Rapaz, interpretan este hecho, como que este hombre había sido muy querido y amado por la jirca Espíritu del cerro) de Huanda y que se le había presentado convertida en una bella mujer y que al final le hizo morir para luego llevarselo con ella.

RICO POSO (Ucurcocha)

Sucedió hace muchos años cuando se realizó una faena  de limpieza  en Rico Pozo (Estadio de Ucrucocha) mediante la convocatoria a una faena general; en la trarde, cuando ya terminaba el día en un momento inesperado se cae el abuelo Fortunato Pérez, lesionándose el cuerpo algo seriamente pero no de consideración; y que pareciera que a causa de esa caída, Don Fortunato se enfermó de un mal muy complicado y serio
La situación de la salud del abuelo, conforme pasaban los días se fue agravando poco a poco y no era posible su recuperación y los médicos de la posta de salud no entendían por qué no podía recuperarse si físicamente en el cuerpo no se notaba una lesión grave. Sin embargo la salud de don Fortunato cada vez empeoraba.
No faltó por allí algún entendido que aconsejó para que curaran a don Fortunato mediante una mezada u ofrenda con mucha fe a los APUS y dijo además que Rico Pozo era un jirca muy fuerte y que allí se le debía hacer curar, ya que allí se había caído;
Así lo hicieron, y con una mesada en las  4 esquinas de Rico Pozo una buena boleada o chacchapada, las ofrendas consistentes en ron, pisco, vino y chicha, cigarros; además de caramelos, galletas y frutas frescas y también un perro negro para ponerle su cambio.
Así, fijaron una noche para la curación, llegado el momento, procedieron a realizar el acontecimiento ritual, bajo la conducción del curandero, quien explicaba paulatinamente lo que se debía hacer para cumplir fielmente con el Jirca.



Llegado el momento del momento ritual se cumplió con toda seriedad y devoción el acto de la curación, ofreciendo al cerro todas sus ofrendas como debe de hacerse.
Finalmente, luego de casi cuatro horas de ceremonia ritual, concluyó el acto y pasando todos a retirarse de la casa de don Fortunato, quien quedó en compañía de sus familiares postrado en su cama.
Conforme fue pasando el tiempo, don Fortunato, cada día mostraba iba mostrando mejoría y en muy poco tiempo después de la curación apareció totalmente sano y muy bien repuesto.

Las costumbres y tradiciones étnica religiosas de los pueblos se merecen un serio respeto. La cultura y costumbres de nuestros ancestros, es un legado y una herencia invalorable que debemos rescatar y preservar a través del tiempo.