jueves, 16 de julio de 2015

LEYENDAS

EL  NIÑO  PERDIDO
                                                                    (
              
          Hace   muchos   años,  en   Raura,  cuando   todavía  no  se trabajaba  las  minas   de   mineral,  vivían  en  las   zonas   donde  abundan  los  pastos   naturales,  unos   pequeños  ganaderos  que  se  dedicaban al pastoreo de sus ovejas y  auquénidos,  y  por  allí  cerca  tenían  sus  chozas  o  estancias  en  donde  habitaban  para  guarecerse  de   las   fuertes   lluvias,   granizos   y   nevadas   que  caracterizan al lugar, además del fuerte frío.
         Se dice que un hecho inédito ocurrió  hace  mucho  tiempo, que  los ganaderos a lo lejos veían un  niño  que  a  veces  jugaba,  otras  corría  y  también   lloraba.   Algunos   pastores   del   lugar, pensaban  que  era  el  hijo  de  algún  otro  criandero que tenía su estancia cerca de las cumbres nevadas.
          Un  día,  uno  de  los pastores vio al niño jugando, entonces decide ir a ver quien era ese niño y en  que  parte  vivía,  miró por donde  podría  llegar  sin  ser visto por el niño, luego de planificar muy   bien   su    trayecto,   se    acerca    cuidadosamente,   medio extrañado mira  al  niño  que  no  era  como  los  otros  niñitos  del lugar,  de  caritas quemadas por el frío, el pelo negro; este niño era diferente,  era un niño de aspecto colorado, el pelo rubio y los ojos muy   pardos;   el   pastor   se   esconde   tras  de  unas  rocas  para tranquilizarse y respirar bien,  luego  sale  rápido  y  mira  el  lugar donde estaba el  niño,  y  queda  sorprendido  y  abobado  al  darse  cuenta  que  el  niño  ya  no  estaba  allí;  medio  trastornado  llegó  hasta  el  mismo  lugar, en la  roca  donde  vio jugando  al  niño,  y allí  pudo  notar  que   entre   las   rocas   había   unas   piedrecillas amarillas  brillantes;   el   pastor   solo  atinó a pensar que con esas piedrecillas estaría jugando el niño. El pastor, retornó a su choza y contó  a   los  demás  lo  que  había  visto  pero, estos no quisieron creerle pensando que eles estaba mintiendo.

      


          Había    pasado    un    pequeño     tiempo,    y    el     pastor,  nuevamente   ve   la  niño casi por los mismos lugares; esta vez, el niño  dice  que subía una pequeña pendiente  emitiendo  pequeños  murmullos  o como si cantara; el pastor que se encontraba un poco  distante  se puso a pensar y se dijo entre sí que lo podría encontrar siguiendo el rastro que dejaba.
          Cuando  ya  se  acercaba  el  pastor   hacia  donde   estaba el niño, este voltea, lo mira y empieza a subir más de prisa hasta  que  desaparece detrás de una lomada. Al llegar el  pastor  donde  había visto   al   niño    se    puso    a    observar   el   rastro   y   vio   que curiosamente  por donde el niño había subido había unas huellas o líneas  entre  las  rocas  y  el  piso,  de   color   amarillo  rojizo.  El  pastor  sigue  la  huella hasta llegar a la lomada  y  allí  desaparece la huella y tampoco ve al niño.

          Nuevamente el pastor quedó medio atolondrado al no poder comprender  hacia  donde  se  podo haber ido el niño si más arriba estaban los glaciares. Paso unos  días,  el   pastor   apacentaba  sus  ovejas  por allí cerca, es allí  que  nuevamente  ve  al  niño   desde  muy    cerca,   entonces   le   sigue   de   prisa  con  la  finalidad de agarrarlo, el niño corre hasta llegar a la orilla de una laguna al  pie de un glaciar; entonces el pastor le dice al niño:
          __ ¡Ahora  si  que  no  te  me   escapas   por   que   en   estos momentos te agarro__
          Corrió  rápido  para  agarrarlo; pero, grande  fue la  sorpresa del pastor, cuando vio que el niño se metía  a la laguna y se perdió en  las  profundidades. El  pastor  regresó  a  su  choza  totalmente trastornado, sus amistades y vecinos  creyeron que se había vuelto loco.
          Algunos  años  más tarde llegaron algunos exploradores mineros y solicitó a los pastores para que les enseñara todos los  lugares  de la zona; allí les dijeron a los mineros que había en la zona un niño perdido, indicándole las piedrecillas,  les  dijo  también  que con ellas jugaba el niño y que por donde van las huellas  amarillentas  y  rojizas se desplazaba ese  niño  y  que  la  última  vez  que  lo vieron se metió al fondo de la laguna.
          Los  exploradores  les  dijo  a  los pastores que el niño era el oro vivo,  esas piedrecillas era el oro, las huellas por donde iba el niño eran  las  vetas  de  oro y que una de esas vetas se dirigían por debajo de la laguna; desde entonces a la zona, la laguna y el nevado se le llama “Niño Perdido”


                                           EL NIÑO PERDIDO  (versión II)

HabÍa una vez, hace muchísimos años, cuando un niño que pastaba sus ovejas en las orillas de la laguna de Niñococha en la Cordillera Raura, pudo observar
a un niño rubio  y de ojos azules como el cielo y con quien se poso a jugar y así lo hicieron durante muchísimo tiempo, hasta que un día el pastorcitos le contó a los moradores de las estancias que habían en las punas de Raura, que el siempre jugaba con un niño rubio de su mismo tamaño (talla)  y que luego desaparecía en las montañas, los pobladores del lugar, algo sorprendidos por una parte y algo incrédulos por las referencias que les daba el niño, determinaron muy secretamente y sin hacer saber al pastorcito, para subir un día que eligieron muy calladamente, hasta la laguna de Niñococha: Y fue allí donde pudieron observar algo sorprendidos  que el niño rubio le llevaba jugando al pastorcito por los parajes cubiertos de nevados; los moradores le siguieron muy curiosos para saber quien era el niño rubio de ojos azules; mientras tanto el niño rubio y el pastorcito  se dirigieron detrás de una lomada; los moradores se apresuraron para darles alcance; pero, cuyando llegaron a la altura de la lomada, ya no encontraron nada, ni a nadie.
Entonces los pobladores buscaron muy preocupados al pastorcito por espacio de varios días, pero no pudieron encontrarle desde  aquella oportunidad, el paraje donde desapareció el pastorcito con el niño de ojos azules lo llamaron “EL NIÑO PERDIDO”.

                                                              EL TARUSH.
                                                                 (Leyenda)
          En el pueblo de Oyón, desde épocas de antaño, la  cacería  fue  una  actividad  practicada  por muchas personas aficionadas; esto, por dos  razones  muy simples: una, por su carácter deportivo y recreativo y la otra, por las ventajas de obtener carne para la alimentación de la  familia.
          Para no tener dudas al respecto,  es  por  muchas personas conocido, sobre la existencia en las
zonas periféricas de Oyón,  de  una  abundante y diversa variedad de fauna silvestre compuesta por:
venados  o  tarugos,  vicuñas,  vizcachas,  chinchillas;  variedad  de  aves  como  las perdices, patos, huáchuas,  corcovados,  yanavicus,  etc.  También  en  su  abundante  fauna  encontramos  animales depredadores  como  los  zorros,  zorrillos o añas, pumas o leoncillos monteses, mucas o zarigüeyas
y entre las aves rapaces encontramos a los cóndores, halcones, gavilanes, cernícalos, entre otros; he
aquí la causal suficiente que incentiva al poblador oyonense a la práctica del deporte de la caza.
          Cuentan,  que  hace  muchos  años, vivían en Oyón, dos jóvenes amigos muy aficionados a la cacería  ellos  eran  Pancho  y  Elicho,   que  cada   fin   de  semana,  con  el deseo  de  relajarse  del estrés producto de los duros trabajos y  ocupaciones  semanales, como siempre   acostumbraban  en preparar  sus  implementos  de  cacería  además  de  sus respectivos  fiambres  ( alimento  frío  para comer en  el  campo),  para dirigirse hacia algún paraje que ellos mismos elegían para la práctica de su  acostumbrado deporte que por cierto era ventajoso para ambos en muchos aspectos.


          Comentan, que un día estos dos jóvenes amigos, salieron de Oyón muy de madrugada rumbo a los parajes frondosos de YARUCALLA que se ubica en la periferia de  Oyón  a  unos  cinco  Km. en este lugar abundan los venados y entre sus cerros  llenos  de  pedregales  habitan  las  vizcachas.
          Para esta oportunidad,  los  dos  cazadores  habían  planificado  dedicarse  solo  a  la  caza  de venados.  Muy  temprano,  antes de que el astro rey ilumine con sus rayos los picachos más altos de las cumbres oyonenses; ya  habían  vencido el cerro Japichaca por la parte más alta, desde dónde se podía  observar  con  facilidad  todo  el  paraje  de  YARUCALLA. Para suerte de los cazadores, en aquella pequeña pero frondosa pradera pudieron descubrir a una manada de venados y  tarugos  que  placenteros y bastante alertas pastaban en ese lugar.
          Con mucha cautela, empleando la habilidad  que  siempre  los caracterizaba, planificaron con astutamente,  dar  caza  al  tarugo más grande; al TARUSH, como  se  le nomina en Oyón al venado macho.
          Luego de realizar un hábil rodeo a sus presas y sin que los animales  se  sientan  su presencia,
lograron aproximarse lo más cerca posible al TARUSH. Luego de una  hábil  seña  que  se  hicieron ambos cazadores se escuchó un par de detonaciones producidas por  dos  escopetas  que  dispararon sus respectivas municiones, el estruendo del disparo hizo que el eco  repitiera la detonación  cual  si fuera una ola de sonidos que poco a poco se  perdían  de  nuestros  oídos, como si fueran alejándose
del  lugar.  En  ese  momento  de  la  detonación,  el  tarugo  macho  salta  espectacularmente  como intentando arrancar en una veloz partida; pero, repentinamente se desploma al piso,  fulminado  por dos certeros balazos, mientras que el resto de la manada, todas despavoridas huyen  hacia  lo alto de los cerros.
__ ¡Le dimos preciso y efectivo!__ dice muy contento  Elicho..
__ ¡Bravo!, ¡bravo!__ festeja  Pancho entre saltos y brincos.
          Ya en el lugar dónde había caído el tarugo, se felicitaron ambos.
__ Degollémoslo, despellejémoslo y dividamos la  carne  para  trasladarlo  hasta  Oyón  sin  mucha dificultad__ sugiere Elicho.
__ No mi  hermano__   dice  Pancho__  primero   le   quitamos   el   cuero;  y   mira   su   cuero,   es hermosísimo   y   bueno;   quisiera   hacerme   una   casaca   de   este  precioso  material__ comenta entusiasmado Pancho
__ Bueno, si así quieres, así lo harás; pero, cuando lleguemos a Oyón __  replica  Elicho.
          Así,  procedieron  con  el  despellejado  hasta  que  concluyeron.  Pancho,  que  tanto deseaba hacerse una casaca del cuero, cual si fuera un manto, se puso el  pellejo  sobre  el  lomo  y  comentó
__ ¿No te dije?,  ¡me  queda  excelente!,  pero,  ¿para qué quiero la casaca?,  si  así como estoy está mejor,  y  creo, que me parezco bastante al tarugo macho,  ¿ no  te  parece  Elicho?  __  pausa  __  y
creo que no lo notarían si me fuera con sus castas.__
          El otro amigo, algo contrariado le increpó.
__ ¡Oye!,  no  seas  loco,  déjate  ya  de  idioteces  y,  dividamos la carne de una vez para regresar y llegar temprano a Oyón __
¡Noooo!, ¡yoo soyy el Tarushshsh!, ¡yo  soy  el  venado  macho!, ¡ ja,  ja,  ja,  ja,  jaaa;  ¡ yo  soy  el Tarush __  decía  reiteradamente  Pancho,  carcajeándose  con  una  extraña risa, como quien habría pérdido la razón.
__ ¡Oye! __  dice Elicho, sacudiéndolo del pecho muy molesto, __ ¡ déjate  de  estupideces!, ¿ o  es que estas perdiendo la razón?; vamos ya debemos bajar a Oyón__
__¡Nooo!, ¡yo soy el tarushshsh!, ¡ yo  soy  el  tarushshsh!__  repetía  continuamente  mientras  que poco  a  poco  se  iva  transformando  en  tarugo.  Finalmente,  ya  convertido   en   venado   grande, emprendió veloz carrera hacia donde habían fugado los  demás  venados, al final, mucho más arriba se unió a la manada, ante la mirada de estupor y asombro de su compañero Elicho.
          Elicho volvió al pueblo, completamente trastornado; alcanzando descripciones incoherentes e
incomprensibles; pretendía  relatar  a  la gente su extraña y dramática historia. Pero, la gente, que lo creía loco,  que  había  perdido  la  razón,  no  escucharon  ni  siquiera  en  lo  mínimo  su  intención comunicativa;  desinteresándose  y  desatendiéndoles  pese  a  su  desesperación  que  cada vez más lo martirizaba y alocaba.
          Ante la indiferencia e incredulidad de la gente, el trastornado Elicho, salió un día en busca de su  inseparable  y  extrañado  amigo  Pancho;  se  dice  que  habría subido hasta la cúspide del cerro Guespún  y  de  allí  mirar  hacia  Yarucalla  para  llamar  a su amigo Pancho, comentan, que estuvo llamando  y  llamando  incansablemente;  hasta  que  en  un  momento,  ya  completamente fuera de razón, creyó estar viendo a su amigo, y al querer ir de  prisa  al  encuentro  de  Pancho,  se  despeñó hacia  un  abismo  y  murió.  No  dejó  nada  que  reparar  en  esta   vida llena de incomprensiones y egoísmos; en esta vida llena de ingratitud y desatención de la gente, ante la tragedia,  el  dolor  y  el sufrimiento ajeno.



                                              LA  TORMENTA  DE  YAHUI
                                                              ( Leyenda )  
                                   
        En todos los pueblos de la sierra del Perú, se practican costumbres y tradiciones ancestrales, a los cuales se les da o presta la debida importancia, poniéndole mucha fe y credibilidad. Una de esas costumbres, y bastante practicados en los diversos pueblos de la provincia de Oyón es; el acto de ofrecer a loa jircas o espíritu de los cerros, un ritual muy singular y propio llamado el “Jichapacuy”, ofrenda que consiste en dejar en un lugar estratégico, una porción de coca, cigarros, vino, pisco, ron y chicha; acompañados de caramelos, frutas y flores. Se hace esto, con la finalidad y creencia de que el espíritu de los cerros ayude a los campesinos en sus tareas diarias, proyectos o acciones.
        Cuentan que, hace muchos años, cuando la Empresa Minera  de la “Vanadium Mines Cómpany” iniciaba la explotación del vanadio en Mina Ragra; y, para trasladar el mineral que extraían de la mina hasta su planta concentradora de Jumashga; la Gerencia de la Empresa ve la necesidad de  construir una línea férrea  Jumashga-Minaragra. Estimaron necesario que para el tendido de rieles, era necesario proveerse de una considerable cantidad de madera que les sirviera como durmientes de la vía férrea. Llevarlos desde Lima, Huánuco o Huancayo les resultaba muy difícil y muy costoso y mas aún por la falta de carretera al lugar.
        Considerando todos estos aspectos, la Gerencia de la Empresa, opta por encargar la búsqueda de madera de quinual, que podrían hallarse muy cerca de la zona de operación minera.
        Fue así que, un grupo de exploradores encargados por la Gerencia, logran encontrar una abundante cantidad de quinuales en el lugar denominado Yahui, ubicado en las alturas de la antigua fundición de Gazuna al norte del pueblo de Oyón.
        Este hallazgo fue comunicado de inmediato a la Gerencia, esta ordena de inmediato se forme una caravana de taladores, la contratación de arrieros o transportistas con sus respectivas recuas o acémilas. Encargados, maestros taladores y obreros, arrieros y alguna gente más de apoyo, llegaron
a Yahui y de inmediato procedieron a la operación del talado y extracción de madera, tumbando quinuales tras quinuales hasta no poder contabilizarlos. Pero antes de que se inicie los trabajos de extracción, algunos trabajadores que habían sido contratados en el lugar, sugirieron a los encargados para que se hiciera una jichapada u ofrenda al cerro Yahui; sobre el cual el jefe de la caravana dijo que todo era un argumento ambiguo de los cholos que inventaban cualquier cosa con el fin de tragar coca y ron y que el no estaba para complacer cojudeces; increpó a todos a trabajar y dejarse de consumir vicios absurdos.
        Luego de casi un mes de arduo trabajo se procedió a preparar el embalaje de maderas para ser cargados sobre el lomo de asnos y mulos. Y fue así, que una mañana se procedió a la operación del cargado, cuando todavía era muy temprano; terminada la operación, la caravana inicia su descenso desde las alturas de Yahui. Al medio día, la flota hacía su paso por Oyón y al atardecer habían avanzado hasta Tabladas notandose el casancio de los condusctores de la caravana y de los animales. Cruzar la cordillera de Chacua Grande en una noche lóbrega, era un riesgo, por lo que la caravana opta por acampar en el verdoso paraje de Tabladas y así permitir que las vestias se nutran del rico pasto que abundaba en el lugar, los peones descansen y coman bien para que se recuperen de la larga caminata y reiniciar el viaje al día siguiente muy de madrugada.
        Se ubicaron a las bestias muy cerca, maniatándolos a los más indóciles. Los peones y encargados saciaron muy bien su hambre, prepararon unas fogatas para abrigarse y elaborar sus ricos calentados en base a alcohol, para abrigarse del fuerte frío y finalmente procedieron a acostarse en el pequeño campamento que habían construido, conviniendo en levantarse muy temprano.
        Ni bien empezaron a conciliar el sueño, sintieron que poco a poco comenzaba a soplar una ventisca  que cada vez se hacía más fuerte, hasta que, en unos pocos minutos se convierte en un fuerte huracán que comenzaba a barrer a su paso con todo cuanto encontraba. Peones y encargados buscaban rocas o covachas donde guarecerse, lo mismo hacían los animales que corrían espantados por todas partes; la fuerza del huracán cada vez era mayor  y comenzó a levantar todas las maderas, arrastrándolos hacia donde soplaba el viento, estrellándolos entre los peñascos o entre sí.
        La tormenta cesó cerca de la media noche, los integrantes de la caravana  hicieron frente al fuerte frío de la noche acurrucados sobre algunas rocas del lugar. A la mañana siguiente, los viajeros pudieron comprobar que la tormenta había arrasado con todo y que de las maderas no quedaba casi nada. El jefe de la expedición, muy asustado y preocupado, envió una expedición a Jumashga para dar cuenta a sus superiores sobre todo lo acontecido; por su parte, él se dirigió con algunos acompañantes a explorar la ruta por donde la tormenta había dejado sus efectos.


        El jefe del grupo, entre estupefacto y asombrado pudo comprobar que la tormenta había llegado curiosamente hasta Yahui y hasta este lugar, la fuerza extraordinaria de la tormenta hizo llegar gran parte de las madera y algunas de ellas con sus lazos que aún los tenían  atados.
        El jefe de la caravana, no podía como explicarse  ni comprender este curioso y asombroso caso que le tenía casi trastornado. Muchos trabajadores comentaron que esto había sucedido por la sencilla razón de que antes de efectuar los trabajos no le habían realizado la jichapada a los jircas.
Esto habría ocurrido por la sencilla razón de no haberles comprendido o escuchado el consejo de los peones del lugar, quienes les sugirieron para realizar la acostumbrada chacchapada o jichapacui
Y que pagaron caro su incredulidad.
        Como testimonio de esta leyenda, es que hoy crecen muchos arbustos de quinual,por lo alto de los cerros, por todo el desfiladero desde Tabladas hasta Yahui; por las otras quebradas o vertientes de Oyón, no hay quinuales.
        En Yahui, junto a la lagunilla se observa un árbol de quinual grande, de cuyas ramas desciende una enredadera, el mismo que da la impresión de ser un lazo o soga, el cual nos quiere dar un testimonio casi real sobre la leyenda.
        Es Yahui, un hermoso bosque de quinuales, de gran utilidad en el pasado, especialmente para el poblador oyonense, quienes aprovecharon de las maderas para la construcción de sus antiguas viviendas.        
 yOyón








 




KASHACUSHMAN

Hubo una vez, en un tiempo muy lejano, en el lugar denominado Paton  Cocha, donde vivía un hombre solitario, que casi nunca conversaba con alguien; se dice que era ignorante, un ermitaño cuyo nombre era Kashacushman (que significa no es de encargar o no es de confiar), su esposa había fallecido hace algún tiempo atrás y su nostalgia y soledad le habían convertido en un hombre solitario y poco sociable. Era propietario de algunas ovejas, unas tres vaquitas y un solo caballo para poder sustentarse.
Siempre bajaba a Oyón para hacer sus compritas al menos una vez por semana; un día cuando el regresaba de Oyón y ya se aproximaba a su choza,  mira que por el techo de su cocinita salía humo, Kashcushman se asombró y pensó que su chocita se estaba quemando; cuando se acercó pudo notar que el humo era de la bicharra; entonces se preguntó; ¿Quién  habrá llegado?, cuando llegó a su choza, no encontró a nadie, pero su bicharra estaba ardiendo, sus cosas estaban bien arregladitas y el almuerzo estaba preparado y esto sucedía todos las veces que bajaba a Oyón. Los siguientes días luego las siguientes semanas ocurría esto con mayor frecuencia; el ganado aumentaba y hasta se pastaba solo cuando Kashacushman salía al campo por leña o tenía que bajar a Oyón. Entonces dijo, tengo que averiguar quien ingresa a mi choza, así lo hizo; salió como si estuviera bajando a Oyón, pero apenas llega a la parte del camino de donde ya no se ve la laguna ni su estancia, toma la determinación de desviarse por otro lado, rumbo hacia una lomadita escondida y desde donde podía distinguir el paraje entero y su choza sin dificultad; después de esperar un buen rato, pudo ver a alguien extraño que salía del fondo de la laguna de Patón Cocha, se trataba de una hermosa joven de cabellera rubia y vestía un tul de oro y que resplandecía con los rayos del sol, tenía un hermoso cuerpo y muy esbelto; esta hermosa mujer se dirigía muy aprisa a la choza de Kashacushman. Entonces   Kashacusman, muy sigiloso y bastante rápido se dirige a su choza, ingresa en ella y le sorprende a la hermosa mujer; esta se quedó muy asombrada y no podía huir por mas que lo quisiera. Kashacusman le pregunta, ¿Qué haces muchacha linda en mi choza?. Ella responde muy tierna, mi nombre es  Rayhuana, vengo siempre por que estoy muy enamorada de ti, al haberme dado cuenta que eres un hombre solitario, muy trabajador, ordenado y por que sé que sufres mucho luego de haber perdido a tu esposa. Kashacushman se quedo pasmado y sorprendido, enmudecido ya que era la primera mujer quien le había declarado su amor. Kashacushman se preguntaba, ¿Pero como esta hermosa mujer puede enamorarse de el si nunca se habían conocido?, Kashacushman no le había visto ni en sus sueños; el decía entre sí, que era una sirena encantada , o un hada o podría ser una hehicera; ¿o es que mi  esposa habría resucitado?. Sin envargo, la hermosa Rayhuana solo pidió un beso y un abrazo a Kashacushman; este aceptó, pero con la única condición  de no revelar a nadie que iva a vivir con ella. La choza de Kashacusman se convirtió en una hermosa y próspera hacienda, llegó a tener sus animales en cantidad .Pero un día cogió su caballo negro para ir a Oyón a realizar sus compras,  a su regreso se encontró con sus amigos de infancia con quienes empezaron a beber ron. Cuando ya estaban algo embriagados, sus amigos le molestaba incidiendo maliciosamente, como es que de la noche a la mañana se había vuelto rico; y kashacushman revela la verdad olvidando el juramento que hizo a su bella esposa  pero el no se imaginaba que su bella esposa ya sabia la verdad.
Enojada le espera  y le reclama por su traición, saliéndose de la choza se dirige a la laguna y ingresa al fondo de las aguas verdes y kashacushman lloraba desconsoladamente dias, semanas, meses y algunos años sentado en la orilla de la laguna y en eso en uno de sus sueños su esposa le dijo  si tanto me quieres debes convertirte en piedra en la orilla de esta laguna y kashacushman acepto tomando apariencia de un hombre con un sombrero donde actualmente se encuentra  frente a la laguna de Patón a un costado del cerro.

                                             EL CHASHACUSHMAN.

          Hace muchísimos años, vivían en las alturas de Oyón, en el paraje de Patón, un Curaca de uno de los Ayllus de la región, llamado CASSHACUSHMAN, era bastante joven, muy apuesto y laborioso; Había contraído nupcias con la bella KORY KOILLUR, con quien se amaban muchísimo desde que fueran muy jovencitos y que a la vez se habían jurado fidelidad eterna y nunca olvidarse.
         Se dice que, en aquel tiempo, la laguna de Patón no existía y que toda esa zona donde hoy se ubica la laguna, era un hermoso follaje de densa vegetación; la choza donde ambos vivían estaba ubicada en la parte central de la pequeña meseta que hoy cubre la laguna.



          Kory Koillur se dedicaba a las labores domésticas, es decir las diversas tareas en la casa como son: hilar, tejer, lavar, cocinar; en tanto que Cashacushman, se dedicaba al pastoreo de sus ganados, a los que cuidaba con mucho esmero, ya que de ello dependía el sustento de su hogar.
          Se comenta, que cada cierto tiempo Cashacushman bajaba al Ayllu Grande a realizar el conocido intercambio comercial o trueque ( que en Oyón se dice trucay), en la misma que se acostumbraban a realizar intercambios de productos alimenticios con la finalidad de variar su dieta alimenticia. Entre los productos que llevaba para realizar su intercambio, estaba el tocosh, el chuño, el cushuro, el ururo, las challuas que es una variedad de pequeños pececillos andinos y abundantes prendas de vestir de lana de auquénidos y ovinos.

                        


          Estos productos eran cambiados con papas, oca, olluco, ursulita, quinua, kiwicha, etc. Se cuenta que cashacushman tenía muchos ganados en su pequeño Ayllu y muchos siervos a su servicio, por ser el Curaca de la zona. En aquellos tiempos, el pueblo de donde traían los alimentos en granos se denominaba “Jara Marka”, que en español significa, “Pueblo donde crece el maíz”; de ese pueblo Cashacushman traía además de gramíneas, algunos regalos para su adorada Kory Koyllur.
          En los últimos días, Cashacushman comenzaba a bajar al pueblo de “Jara Marka”, de manera más frecuente, Kory Koyllur empieza a notar en Cashacushman la disminución de su afecto hacia ella y casi ya no le traía regalos. Esto fue un motivo para que Kory Koyllr le comenzara a increpar por su extraña actitud. Cashacushman algo airado responde a Kory Koyllur, aduciendo que se estaba volviendo celosa y sin razón alguna.
          Lo cierto es que Cashacushman, se había enamorado de una hermosa joven en “Jara Marka” y que esto era el motivo para su cambio de actitud ante Kory Koyllur que ya se había dado cuenta; como Cashacushman estaba tan perdidamente enamorado de otra, trataba de ocultar su actitud infiel y actuaba torpemente fr4ente a su esposa.
          No había faltado alguien, que al pasar por Patón, se encontró con Kory Koyllur y le comentó sobre las andanzas de Cashacushman en “Jara Marka” y su amorío con una joven del lugar. Kory Koyllur, esperó la llegada de Cashacushman que fue al medio día; fue la ocasión en que le increpó fuertemente su infidelidad y le hizo recordar el incumplimiento de sus promesas. Por su parte Cashacushman, al ver a su esposa furiosa ya no tubo apetito para almorzar y peor aún al ver que su esposa sabía todo y le increpaba con mucha razón.


          Cashacushman, muy confundido y sin saber que decir, sale de la choza sin decir nada y se dirige al campo donde se encuentran sus ganados pastando; se pone a cuidar de ellos hasta cerca al atardecer y el sol ya estaba muy próximo a ocultarse.
          Cuando Cashachman divisa la pequeña pradera, vé que su adorada Kory Koyllur acompañada de sus criadas lloraba junto a la choza y se notaba que sus lágrimas se convertían en grandes torrentes cual si fueran ríos. Cashacushman no podía creerlo; las lagrimas poco a poco iban inundando la ensenada; Cashacushman se volvía atónito y abobado.
          Cuando Cashacushman reacciona, se dan cuenta que ya el torrente de lágrimas iban cubriendo los cuerpos de Kory Joyllur y sus fieles siervas; el paraje de su choza se convertía en una gran laguna; entonces Cashacushman muy desesperado implora y grita ¡”HUARMILAU”! (“¡Ho mi mujer”!) y seguidamente queda convertido en piedra y en tanto las lágrimas fueron tan grandes que convirtieron de la ensenada en una gigantesca laguna que hoy es Patón.
          Se dice que, las evidencias ocurren hasta hoy día, ya que las lágrimas siguen fluyendo en forma de manantiales y que Kory Koyllur y sus siervas fueron ocho; por eso en el flanco este de la alguna hay ocho manantiales que vierten sus aguas a la laguna de Patón; estos manantiales se llaman “PUAJ PUQUIO”  Puaj = ocho   --   Puquio  =  manantial o puquial
          Cashacushman significa, no es de confiar o no es de encargar. 


                                           EL NIÑO PERDIDO  (versión II)

Había una vez, hace muchísimos años, cuando un niño que pastaba sus ovejas en las orillas de la laguna de Niñococha en la Cordillera Raura, pudo observar
a un niño rubio  y de ojos azules como el cielo y con quien se poso a jugar y así lo hicieron durante muchísimo tiempo, hasta que un día el pastorcitos le contó a los moradores de las estancias que habían en las punas de Raura, que el siempre jugaba con un niño rubio de su mismo tamaño (talla)  y que luego desaparecía en las montañas, los pobladores del lugar, algo sorprendidos por una parte y algo incrédulos por las referencias que les daba el niño, determinaron muy secretamente y sin hacer saber al pastorcito, para subir un día que eligieron muy calladamente, hasta la laguna de Niñococha: Y fue allí donde pudieron observar algo sorprendidos  que el niño rubio le llevaba jugando al pastorcito por los parajes cubiertos de nevados; los moradores le siguieron muy curiosos para saber quien era el niño rubio de ojos azules; mientras tanto el niño rubio y el pastorcito  se dirigieron detrás de una lomada; los moradores se apresuraron para darles alcance; pero, cuando llegaron a la altura de la lomada, ya no encontraron nada, ni a nadie.

Entonces los pobladores buscaron muy preocupados al pastorcito por espacio de varios días, pero no pudieron encontrarle desde  aquella oportunidad, el paraje donde desapareció el pastorcito con el niño de ojos azules lo llamaron “EL NIÑO PERDIDO”.

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